La victoria de récord de Verstappen no merece verse empañada por uno de los hechos que la propició: el incidente entre los dos Mercedes. Hamilton daba primero con la 'pole' del sábado pero Rosberg sabía que podía devolverle la jugada en la salida. Y así fue. El británico no salió mal pero el germano siguió bien su estela y le adelantó en la primera curva, pero erró a la hora de cambiar los 'settings'. Lewis vio la pérdida de velocidad de su compañero y buscó la forma de recuperar la posición pero pecó de optimista mientras Nico se excedió en su celo por mantenerse delante. El error de ambos supone el primer 'cero' para la marca de la estrella desde Austin 2012 y mucho más. La relación entre sus dos pilotos era difícil y ya se antoja imposible. Hamilton sólo ha pensado en revertir la situación y Rosberg en acumular registros de récord, y cuando pasa algo así el que sale perdiendo es el equipo. Mercedes tiene el mejor coche y ahora también la situación más complicada de gestionar entre sus pilotos. Espero que sepan entender que fue un lance de carrera y que se centren más en lo que hace cada uno y no en lo que consigue su vecino de garaje.
El otro logro de Verstappen ha sido evitar que Ferrari aprovechará el desastre de los líderes. Los italianos lo han intentado con una estrategia buena pero algo conservadora y, a la postre, insuficiente. Ni Raikkonen ni Vettel han conseguido sacar de sus casillas al holandés y han tenido fortuna para evitar que Ricciardo también les robará otra plaza de podio. La 'Scuderia' ha dejado escapar la ocasión de ganar cuando más lo necesitaban y Sebastian ha vuelto a sacar los pies del tiesto cuando su antiguo compañero en Red Bull ha intentado superarle. El germano pierde enteros con comentarios tan encendidos y equivocados. La palabra 'crisis' está ganando protagonismo en Maranello y, a mi pesar, parece que lo seguirá haciendo.
El excompañero del ganador más joven de una carrera de F1 de la historia ha podido cuajar un fin de semana sin problemas y lo ha hecho en casa. Sainz clasificó bien, peleó bien y pilotó bien. El madrileño, sólo durante gran parte de carrera, ha mantenido la concentración y ha juntado todas las piezas para lograr su mejor puesto en la Fórmula 1. Su salida fue perfecta y ese sexto puesto sabe a victoria. Algo que debería darle el empujón anímico que necesita para creerse que el salto que ha dado Verstappen es posible. Tiene que olvidarse de sus peleas pasadas con el holandés y de las cualidades ajenas para centrarse en las propias. Si lo logra, su etapa en Toro Rosso sólo será la catapulta que le lleve un equipo puntero.
¿Quizá ese equipo de futoro para Sainz sea McLaren? ¿Puntero? Sí, ahora mismo no lo es, pero cada fin de semana demuestran que lo volverán a ser. La entrada de Alonso en Q3, aprovechando el error de Williams con Massa en Q1, es más que un síntoma. Siguen sufriendo problemas de fiabilidad y consumo de combustible que no permiten ver la evolución que está viviendo un coche que, ahora, sí da pasos visibles hacia objetivos realistas. Eso sí, los dardos que lanzó el español a su equipo tras la carrera son algo desmesurados y contradictorios. Sumar 2 puntos o ninguno en una temporada en la que no pelean por ganar era algo que no importaba a Alonso, pero en Montmeló se quejó de que Button se había visto beneficiado por piezas y estrategia. Cambio de discurso y quejas que no traen nada bueno a una escudería que no puede perder el tiempo en guerrillas internas y acusaciones fuera de lugar.



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