Ni silencio ni especulación

Como periodista y aficionado a la F1, días como estos son complicados, en parte por ver como muchas personas con las que comparto profesión e intereses se extralimitan en sus labores y preocupaciones. Un informador no puede dar crédito a cualquier especulación sobre un accidente y tampoco limitarse a trasladar la "versión oficial" como un vocero más. Encontrar el equilibrio es muy difícil, por supuesto, pero no intentarlo es un rasgo de poca profesionalidad, de buscar lo fácil. En un mundo como el actual en el que estamos acostumbrados a ver todo grabado desde múltiples cámaras, el tener sólo unas cuantas fotos de un accidente parece haber descolocado a todos. Algo tan poco habitual que ha provocado que haya quienes dejan volar su imaginación hasta superar los límites del sensacionalismo más burdo, mientras otros se limitan a cerrar los ojos y echar tierra sobre lo ocurrido. No me gusta lo uno ni lo otro.

Sé que no tengo la verdad absoluta ni lo pretendo pero en mi opinión, una vez que sabemos que Alonso está bien, que es lo más importante sin duda, debemos conocer qué ha pasado. Y no, no es morbo: como cualquier persona que disfrute de la F1, del deporte en general, o que se considere un buen ser humano, estoy preocupado por su futuro y el de todos los que se exponen a lo mismo que él. Por eso, lo primero que he echado de menos es una actitud más cercana de su entorno. Colgar una foto del piloto en el hospital, 30 horas después de lo ocurrido, no es transparencia, no tranquiliza ni compensa todos los errores previos. Las declaraciones realizadas horas después del accidente por su equipo y su representante estaban llenas de tópicos, evasivas y argumentos vagos. Es lógico que si no se sabe al 100% qué ha ocurrido no se pueda explicar nada, pero lo que se sepa hay que decirlo con claridad y sin ocultarlo. Si lo que ha pasado es un accidente provocado por la situación de la pista que ha impedido a Alonso controlar el coche y ha chocado hay que decirlo. En un caso como éste, en el que no hay un vídeo en el que todos veamos lo ocurrido, hay que ser más claro todavía. Es imposible evitar las especulaciones al 100%, pero un gran porcentaje de ellas se hubieran reducido con una rápida reacción que, al mismo tiempo en el que se confirmase que la salud del piloto no estaba comprometida, se hubiese explicado que lo ocurrido entraba dentro de la normalidad de unas pruebas automovilísticas.

Con esto no quiero justificar a aquellos que han aprovechado el accidente para dar rienda suelta a su imaginación y buscar problemas donde puede que no los haya. Cosa muy diferente a aquellos que, entre los que me incluyo, hemos dejado abierta la puerta a que la versión de McLaren y García Abad puede tener alguna laguna. ¿Y qué laguna? No estaba allí, no lo he visto y no he hablado con Alonso; por lo tanto, no lo sé. Por eso, hablar de un mareo u otro problema de salud, de electrocución, fallo mecánico o lo que sea, es especular, y para los que no lo sepan: especular no es informar, es difundir imaginaciones, divagaciones y opiniones. Lo único que puedo hacer para apoyar mis dudas sobre la versión oficial es escuchar a los que parecen ser los dos únicos testigos directos de lo ocurrido: el fotógrafo que captó el accidente, y a Vettel, el piloto que iba detrás del español. Es posible que no hayan visto al 100%, que no vieran toda la secuencia y, por supuesto, no estaban dentro del coche; pero sus palabras siembran una duda que no se resuelve completamente con la opacidad de las respuestas recibidas.

Estoy seguro de que, tarde o temprano, llegarán todas las respuestas, quizá de boca del protagonista de todo. Aunque lleguen después de lo que muchos hubiésemos deseado, tenemos que respetar que sea Alonso el que zanje todo. Aunque si tuviese la oportunidad de hablar con él, sí le diría que haga que su entorno sea tan transparente como lo es él en algunas ocasiones. No estamos hablando de algo personal, en eso entiendo perfectamente su celo a la intimidad, y por eso creo que, sin tener que dar todos los detalles, ser rápido y claro evita preocupaciones y especulaciones. El silencio después de un incidente así sólo hace que la confusión se multiplique hasta convertirse en algo peligroso. Y sí, aunque considero que ese mutismo es el detonante de muchos comentarios sin sentido ni gusto alguno, me repugnan aquellos que aprovechan un problema profesional para entrar en el terreno personal, para lanzar mensajes sensacionalistas, asquerosos y alarmantes cuando el protagonista de todo ya está bien. La alarma real la vivió el equipo y todos cuando se produjo el accidente, una vez que supimos que su salud no estaba comprometida, bienvenida sea la verdad, el análisis objetivo; y adiós a las alarmas, adiós a tanto debate inútil y adiós a todos aquellos estúpidos que sólo hablan cuando "huelen la sangre".

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