
Casi un año después se repetía una situación similar en el Gp de San Marino. Aunque Alonso no tenía opciones de victoria, tenía el podio a tiro si adelantaba a los dos Williams. Para llegar hasta Juan Pablo Montoya primero había que adelantar a Ralf, y al alemán le volvió a temblar la mano cuando vio la mancha azul y amarilla del que se estaba convirtiendo en su bestia negra. Otra vez sufría la humillación al perder la plaza con el español, y también con Trulli y Barrichello.
Pero el alemán debía de pensar que quién ríe el último ríe mejor y 4 semanas después de la carrera de Ímola hizo una de las maniobras más recordadas por los seguidores de Alonso. En el túnel de Mónaco se volvían a ver las caras, pero de forma muy diferente. El español perseguía a su compañero de equipo en busca de la victoria en el principado y Ralf, que ya había sido doblado por Trulli, no facilitó demasiado la maniobra al otro Renault. Bien es cierto que en aquellos momentos el asturiano era más joven e impulsivo, y que de haber sido más experto y tranquilo hubiese evitado el accidente, pero lo cierto es que mandar a Alonso a la zona sucia del túnel fue una estupidez que sólo respondía a un sentimiento de venganza ante un rival que le superó sin pestañear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario