La carrera en Hungaroring tenía todos los ingredientes para ser especial: cumplir 30 GP´s en la F1, unos entrenamientos en los que quedó demostrado que la diferencia de ritmo entre los coches no era tan alta como en otras pistas y, por supuesto, un emotivo recuerdo y homenaje junto a la familia de Jules Bianchi. Este último ingrediente, el primero que vivimos, no defraudó: había que ser de piedra para no emocionarse con el sentimiento que pilotos, equipos y público vivieron el minuto de silencio por el fallecimiento del francés. Una emoción que pareció espolear a los 20 protagonistas de la cita en Hungría para ofrecernos un espectáculo fenomenal, que ni las numerosas sanciones de dirección de carrera pudieron frenar.
La salida abortada fue el síntoma de que íbamos a ser testigos de un gran premio especial. El preludio de lo que llegaría con la definitiva, con un baile de posiciones tremendo, sobre todo entre los pilotos de cabeza. La primera fila de la parrilla para Mercedes se esfumó en un par de curvas para convertirse en un temporal doblete para Ferrari. Gran escapada de Vettel y Kimi, que se escaparon de Rosberg. Hamilton, fuera de sí tras ver cómo de la 'pole' caía a la 4ª plaza, cometía un error y se quedaba 10º. Toques, salidas de pista, adelantamientos, mensajes cruzados de radio y lucha estratégica en los garajes en todos los frentes. Gran pelea e incertidumbre en todas las posiciones, menos en la primera, ya que Sebastian sólo cedió el liderato en un paso por meta para terminar llevándose con fortuna y muchísimo trabajo su segunda victoria con Ferrari.
Hubiera sido un fin de semana perfecto para los italianos pero Räikkönen no pudo culminar el que hubiera sido el mejor GP de Ferrari desde su doblete 81, el que firmaron Alonso y Massa en Hockenheim 2010, justo 5 años y un día después. Un registro que hubiera sido tan histórico como lo fue el, en este caso negativo, que acabó con la racha de podios consecutivos de Mercedes, que se queda con 28, lejos de alcanzar los 53 que lograron los italianos entre 1999 y 2002. Nico y Lewis tuvieron problemas mecánicos, fallos de conducción y estrategia, y choques de los que fueron causantes o víctimas. Un domingo horrible que les dejó el podio en bandeja a los dos hombres de Red Bull, que como casi todos, tuvieron una tarde llena de luces y sombras. A pesar de todo, el primer podio de Kvyat en la F1 y la tercera plaza de Ricciardo fueron merecidas, aunque el australiano pecó de optimista y arruinó la carrera de Rosberg.


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