La carrera de Austin se está convirtiendo en una de las más esperadas de la F1 cada año y los motivos son evidentes: carreras emocionantes, vibrantes y algo imprevisibles. Este cóctel lo agitó muy bien en 2018 un Kimi que se resarcía con su primera victoria después de más de cinco años y también la primera desde su regreso a Ferrari en 2014. Su nivel de pilotaje creció durante los últimos años y muchos esperábamos una recompensa como esta. Él lo hizo bien y su equipo, por fin, también.


Buena actitud que le llevó a superar a un Bottas muy perdido durante todo el fin de semana y que cerró el quinteto de los mejores, porque no fueron un sexteto, porque el coche de Ricciardo volvió a dejarlo tirado. Por eso, el triunfo de los "mortales" era la sexta plaza. Había muchos aspirantes pero la salida dejó por delante a dos pilotos muy bien posicionados. Los Renault firmaron su particular "doblete" con Hulkenberg por delante de Sainz. El madrileño salió muy bien aunque los comisarios decidieron penalizarle por "ganar ventaja" por el exterior de la curva 1 en la primera vuelta. Es cierto que fue por fuera y que evitó problemas pero no creo que la sanción fuera necesaria aunque ni sin ella creo que su equipo le hubiera permitido luchar con su compañero.
Si lo fue la que le impusieron a Stroll tras llevarse por delante a Alonso en las enlazadas de bajada. El canadiense comprometía una carrera que ya tenía complicada pero arruinó la del español. El de McLaren había salido bien y tenía esperanzas de alcanzar la zona de puntos pero se quedó fuera de combate en apenas unos metros. Tiene razón para quejarse y todos sabemos que hay pilotos que no tienen la suficiente pericia ni experiencia para estar en F1, pero lanzar los mensajes que ha lanzó sobraban y sonaban a pataleta de piloto que ve que sus últimas citas en la categoría eran una decepción más.

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