Me encanta Ferrari desde que tengo uso de razón, y no se puede decir que lo hiciese por arrimarme al caballo ganador. Hasta que cumplí los 19 no vi a un piloto del equipo de Maranello conseguir un mundial. Viví una época dominada por Williams y McLaren en la que los coches rojos apenas conseguían victorias, y después otra en la que eran insuperables. Y me gusta que cualquiera que corra para ellos haga un buen papel y represente a su escudería como su historia y palmarés merecen.

Sé que muchos me tacharán de criticar sin razón, pero tengo demasiadas. Y son como fichas de dominó que empujan la una a la otra. La primera es que en cuanto Fernando Alonso se ve con un coche ganador pierde toda la humildad que acumula cuando tiene que luchar desde los infiernos. Cae esa primera ficha y la segunda va sola: sin esa humildad pierde el respeto por todos los rivales y, como su coche es bueno, la culpa de todo es de los demás, de la mala suerte y hasta de la justicia divina. La culpa de dañar su morro no es de Vettel, quizá tampoco suya, pero escurrir el bulto no es la respuesta. Pero hablemos de la tercera ficha que cae: sin humildad ni respeto todo parece posible, hasta que un alerón se sujete sin apoyo ninguno. Y aquí me voy a detener un poco más porque esta ficha no cae sola, lo hace con ayuda.

Vayamos con el cuarto error. Es lógico cabrearse con uno mismo al meter la pata, pero después de un pequeño descanso y reflexión hay que dar la cara y asumir el error. Pero claro, sin uno no es humilde, ni respetuoso, y se muestra inconsciente e irreflexivo, ¿qué la vamos a pedir? Pues nada. Y eso es lo que nos dio Alonso. Tras dos horas de silencio lo único que se le ocurrió es echar la culpa a Vettel y a la mala suerte. Estoy cansado del discurso de "es muy fácil criticar después de que haya ocurrido algo", es repetitivo y después de tanto escucharlo es imposible que no suene a excusa barata. Y más de lo mismo con el tema de la suerte... seguro que volveremos a escuchar eso de que la suerte se compensa y equilibra, pero que no nos engañen, esto no ha sido cuestión de la fortuna.
Y creo que hay un quinto problema, que en este caso recae por completo en su equipo: no se pueden asumir los errores de los pilotos como propios de toda la estructura.

Dentro de tres semanas volveré a vibrar cuando llegue la salida de la carrera de China, pero tardaré mucho en olvidar el capítulo de Sepang... y aunque mi primera crítica en profundidad ha ido para Alonso, tengo motivos más contundentes para demostrar porque hoy me he llevado una de las mayores desilusiones con la Fórmula 1 desde hace un cuarto de siglo.
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